miércoles, 13 de enero de 2016

Ludja Amsel





    Durante bastante tiempo, en el campo de la ilustración mi área de trabajo ha venido siendo la ilustración erótica o “hentai”, bajo el pseudónimo de “Candle” varias de mis ilustraciones pueden encontrarse aquí y allá en la web. Actualmente estoy intentando abrirme a más campos para responder a un compromiso demasiado postergado con otro tipo de personajes y de historias. Pero no puedo regresar de mis andanzas a través del mundillo de la ilustración erótica sin hablar de ella.

   Como cualquier otro personaje de ficción, Ludja no nació de un único sitio, intentar concretar todo lo que sirvió para darle forma puede ser difícil y confuso, y, siendo un personaje de fantasía erótica, intentarlo puede provocarme más de un rubor, pero mi ama no me perdonaría el no intentarlo, así que no tengo más opción que regresar en el tiempo e intentar ver con la mayor claridad posible cómo fue el principio. De hecho este punto no es difícil, ocurrió mientras estaba viendo por enésima vez  El regreso del hombre lobo (Paul Naschy, 1980), por aquel entonces ya estaba trabajando como ilustrador erótico así que esos eran los ojos con los que constantemente debía traducir la realidad, por lo que en la escena en la que la condesa Bathory se alimentaba de un durmiente Waldemar Daninsky no logré evitar pensar qué pasaría si en lugar de esto la condesa hiciera “esto”. Sin duda se entiende a lo que me refiero, pues bien, este fue uno de los principios. 

    El horror gótico es uno de mis géneros o sub-géneros favoritos sino el que más, y en aquel tiempo, centrado más en la parodia erótica, llevaba demasiado tiempo sin frecuentarlo, así que cuando vi la posibilidad de combinar ambos mundos, “ella” ya se había saltado la regla de no entrar sin ser invitada y estaba cobrando forma en mi mente. Aunque vayan a terminar muriendo en el anonimato, prefiero ser ambicioso con mis personajes y no escatimar en su diseño y trasfondo, es el primer paso correcto para que puedan ganarse un lugar en la mirada de alguien, y Ludja me hizo sufrir antes de dejar que la viera con su forma definitiva, estaba ahí, como una sombra acariciando tras las cortinas o una risa elegante y afilada desvaneciéndose al final de corredores oscuros, pero, cuando por fin pude verla, me fue imposible negarme a ella. 

   Con su diseño esperaba combinar una estética clásica con algo que la hiciese lo suficientemente característica por ella misma para que fuese algo más que una simple repetición. Su transfondo responde también al mismo objetivo. Ludja pretende recuperar un vampirismo de la vieja escuela, parecido al de las viejas películas de la Hammer, un vampirismo compuesto de raso negro y terciopelo rojo, lugares oscuros, olor a vejez encerrada, ataúdes chirriantes y una voz susurrante que dice “ven a mi”. En mi humilde opinión, en la actualidad el vampirismo está perdiendo más de lo que está ganando, se está volviendo demasiado mundano, con el propósito de volverlo más creíble o asumible por el público actual se aleja cada vez más de las bases que definieron su atractivo en un principio. Reniega de su monstruosidad y sobrealimenta sus aspectos románticos y eróticos, aspectos que antiguamente sólo estaban presentes a un nivel connotativo, si bien en Ludja el aspecto erótico pretende estar muy sobrealimentado ;), mi propósito es no dejar a parte la naturaleza del monstruo ni intentar socializarlo. Al fin y al cabo eso es lo que la hace excitante, no saber cuando el monstruo va a optar por acariciar en lugar de rasgar, cuando exigirá sangre o cuando exigirá…





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